martes, 23 de diciembre de 2008

Hace tanto frío en este invento...

Yo no quería verte. Me dijeron que estabas tan guapo, tan elegante, que parecía que sólo estabas descansando los ojos por un rato. Te vistieron con el pañuelo y la txapela de siempre. Perfectamente inclinada, como solías colocártela en cuanto hacía un poco de frío. Frío. Aquí ahora estamos todos helados. Amama ni siquiera ha sido capaz de ir a despedirte, pero no te preocupes; el chiquitín, que nunca ha sido tan pequeño, está durmiendo con ella todas las noches. ¿Te acuerdas de cuando los dos éramos pequeños y nos llevabas al colegio? Yo siempre preparando alguna maldad. Menuda pieza. Y él, que era el mayor, cargando con todas las culpas. Pero yo sé que a ti te encantaba reírte de todas mis travesuras. Como cuando tuviste que ir a recogerme al hospital, porque me había ganado doce puntos en la barbilla escalando una portería de fútbol. Supongo que son cosas que teníamos en común. ¿O qué me dices de la vajilla que estropeaste por querer sacarle brillo a la plata envejecida? Lo recuerdo como si fuese ayer: Marian, Marian! Ven a ver qué limpios te he dejado estos cacharros... O de lo mucho que te gustaba correr detrás de nosotros con la dentadura a medio poner. Eras único.
La chica de los sobresalientes me escribió ayer para decirme que allá donde estés estarás bien y cuidarás de nosotros. Y que aunque físicamente ya no podamos verte ni darte un abrazo, estarás en todos y cada uno de nuestros recuerdos. Y en los de tanta gente... porque lo de ayer fue tremendo. La gente tuvo que permanecer de pie en la entrada de lo saturado que estaba todo. Rafa, que aunque ya no tenga que cuidarte quiere seguir manteniendo el contacto con nosotros, dice que parecía la misa de una alta autoridad. Yo de lo que no tengo ganas es de que la gente me diga que lo siente cuando en realidad no tiene ni idea. Ni que vengan a decirme lo guapa que estoy cuando lo único que me apetece es que me prepares tu arroz con leche y que nos llamen la atención por abrir todos los turrones antes de tiempo. Este año no escribiré la carta a los Reyes, me parece que no son tan magos como para devolverme el regalo que se han llevado desde allí arriba. Te voy a echar de menos. Te voy a echar mucho de menos.

"Cada segundo en un cajón, cada momento en un suspiro, todas las sábanas con su olor y la sensación de haber perdido las orquillas en el tocador, todas las risas en su bolsillo..." Tiza.

miércoles, 10 de diciembre de 2008

Sonrisas


A veces me gusta que me dejes sola. Que me sueltes en una ciudad que no conozco para que pueda dedicarme a contar sonrisas. La chica tímida me propuso una vez un juego. Cuenta la gente que te cruces y que sonría. Uno, cuatro, diez. A ver si las igualas. Menuda estupidez. A mí no me gusta sonreír si no me apetece. Pero tiene su encanto, si te pierdes por calles estrechas vacías de tanta gente. Donde ni siquiera llama la atención que te estés arrastrando en pelotas. Si clavas los ojos en algún desconocido, y te llenas de historias. Te llenas de vidas. Que si cierro los míos y no te veo, me mareo.
Yo ya le digo que n
adie va a fijarse en su sonrisa, si esconde la magia en las distancias cortas.

"And I'm wondering if this a crime, when you passed behind you touch my hits on the better sides... Oh, is this a crime, when I pass your side with a little smile..." Najwajean.

lunes, 17 de noviembre de 2008

Escarlata

C'est la vie. A veces cierras los ojos y amaneces con un par distinto. Más sinceros. Menos dulces. Como ocurre con las extremidades, cuando las tienes destempladas. Y yo no voy a pedirle a nadie que me caliente las manos. Prefiero escribirte así, en frío. Aunque se me parta el hielo de los dedos. O el del músculo más torpe, que además es rojo. Y a mí no me gusta el rojo. Ni el rojo pasión ni el rojo escarlata. Que ya estás tú para eso, para hacer más de puta y menos de cobarde. La vida puta. Que si nos trata con poco cariño, vamos a hacernos más daño. Que como las palabras se las lleva el viento, yo ya he aprendido a leer entre gestos. Y los puñales por la espalda siguen doliendo igual.

"And I find a kind of funny, I find a kind of sad... when people run in circles it's a very, very mad world." Gary Jules.

sábado, 1 de noviembre de 2008

sandeces


Te busco. Te encuentro. Te rozo. Te toco. Tiemblo. Te abrazo. Te aprieto. Respiras. Respiro. Te respiro. Me ahogas. Me asfixias... me asfixias. Y así sucesivamente. No deberías agitarme por dentro. Mirarme así, de aquella manera, me hace un nudo en las arterias y me doy cuenta de lo pequeño que puede llegar a ser el mundo. Joder, que cada vez que bebo algo me enamoro. Anda, sácame de aquí antes de que me convierta en fantasma. De identidad olvidada y esperanza secuestrada.

"And so it is, just like you say it would be... life goes easy on me most of the time..." Damien Rice.

sábado, 18 de octubre de 2008

Todo se transforma


Simplemente es así. Así de imprevisible e inoportuno. Te das cuenta en el momento en que te acostumbras. A desquererte. A redimirte. A reventarlo todo como en aquella canción de Silvia Penide. Te acostumbras a ordenar todas las putadas en una cajita por si intentan pegártela otra vez.
El silencio a todo volumen. Te acostumbras a gritarlo todo demasiado bajito, en un lenguaje que su músculo izquierdo ha dejado de entender. O que quizás nunca haya comprendido del todo. Tampoco importa eso ahora. Tú te dejas. Enrojeces poco a poco. Y cuando por fin has tocado fondo, vuelve a colarse de puntillas. A ver si suena la flauta o cualquier estribillo ñoño que no necesite cordura. Y tú estás harta de perder el culo por nadie. O por alguien. O por alguna estupidez que no parezca común al resto. Empiezas a sentir el frío de quedarse en pelotas por diecinueve cosas bonitas y quinientas excusas baratas y reciclables. También a eso te acostumbras. A prescindir de todo, incluso de ti misma. Porque cuando tienes cosida una parte de tu vida, cualquier hilo inestable te transforma. Simplemente es así. Las chinchetas se transforman. Y te acostumbras. Te acostumbras tanto, hasta tal punto, que pelarte la cabeza es sentirte más bonita que nunca.

"Besarte sería genial si tuviéramos un buen plan... Un amalgama de palabras, de esas que te emocionan al hablar..." Lantana.

jueves, 2 de octubre de 2008

Alguien Como Tú

Hoy necesito un amigo. Con las cinco letras y los cinco sentidos. Uno que me mime y me diga cosas bonitas. Que me dé un beso en la mejilla y me susurre bajito que ésta también es mi casa, que yo lo he elegido así y que no es un simple capricho. Un simple capricho no te cuesta cuatro ceros y una deuda infinita con tus padres.
Necesito alguien que me sature la línea hoy y que no dé señales de vida mañana para que pueda echarle de menos. Necesito echar de menos. Y saber que está ahí. Que me ha encontrado para cuidarme y que, si hace falta, se descuida por mí. Necesito alguien que me mande un mensaje al móvil cuando he tenido un día de mierda porque no le quedan más pelotas que tragarse los abrazos. Alguien que me haga reír. Que me cuente estupibilidades y su vida en sesenta y cinco minutos. Alguien a quien sea imposible querer en sesenta y cinco palabras...
Necesito alguien que me explique el mundo, el continente y el contenido. Que cambie mi destino con una película francesa. Que crea en las casualidades y me asegure que esto era prácticamente predecible. Que cuando digo que tú y yo teníamos que conocernos, lo digo de verdad.
Hoy necesito alguien que no quiera llevarme de fiesta otro jueves por la noche. Y me emborrache a Nesteas. Alguien que se preocupe más por mi flequillo que por sus rizos rebeldes. Que huela a canela. Que me dé doble ración de buenas noches y me traiga el desayuno a las once. Necesito alguien desorientado que me haga perder el norte. Que me lleve de noche por la ciudad naranja y no sepa cómo volver. Que me haga llorar desde la ventanilla del autobús porque nunca algo tan pequeño ha sido tan grande. Un veintitrés de buena suerte. Mi buena suerte. Felicidades duendecillo.



"Alguien que cuide de mí... que quiera matarme y se mate por mí..." Christina Rosenvinge.

domingo, 21 de septiembre de 2008

verde quierote verde

Hoy ha sido un día frágil; me he partido en pedacitos antes de llegar a los cuatrocientos golpes. Me he quedado mirando mis zapatillas verdes y me han recordado a ti. A tu verde, que no es tan camaleónico como el mío, pero que a veces termina destiñéndose del mismo tono indescifrable. He cogido las tijeras de coser y las he cortado. Así, sin más. El otro día me dijeron que un buen corte de pelo es lo más eficaz para las nuevas etapas. Pero como mi flequillo y yo hemos llegado hasta el punto de sentirnos extrañamente inseparables, me he dedicado a meter mano a mis pies. A bajarlos del único satélite natural que orbita alrededor de la Tierra.
Me han recordado que si no llega a ser por mí, no nos habríamos dado cuenta de que teníamos que conocernos. Porque esto es así. Cuando las conexiones entre mi sinrazón y la lógica producen cortocircuitos, me pasan cosas como ésta. Como la insensatez de mirar a alguien desconocido a los ojos y sentir unas ganas enormes de conocerle. No sé si fue tu guitarra, tu etiqueta de “ciudadana del mundo” o tus gafas de pasta blanca, pero ese día acepté un paseo en pelotas por plena Gran Vía madrileña. Vestidas de ideas desnudas, muriéndonos de frío. Y me lo debes. O te lo debo, porque si te estoy escribiendo ahora es para darle algún punto de quietud a mi conciencia. Y lo peor de todo es que me estoy dando cuenta de todo esto porque hoy ha sido un día de mierda. Empiezas a pensar en todos los abrazos que te faltan y sientes que te ahogas. Que te ahogas si no tienes a alguien que te agarre fuerte. Así que he pensado en regalarte un hilo de los que han quedado colgando de mis zapatillas verdes. Y si ves que me escaqueo, pues me tensas. Y puede que todo quede en un bonito intento (porque soy así, así de terca y obstinada), pero supongo que me dejarás tirar de él cuando al cabo de unos días me dé cuenta de que la he vuelto a cagar. Y bueno, de que te he echado de menos.

"En algún resquicio perdí todo el juicio, soy el paso torpe que te pisa al bailar... no estoy triste, es sólo cierta estupibilidad" Tiza.

viernes, 22 de agosto de 2008

impercepción

Deberías saber que estoy acojonada. Que tus pupilas me están gritando todos los estímulos que tus últimas neuronas cuerdas no se atreven a enviar en forma de palabras a tu boca. A veces la razón termina perdiendo la cabeza. Y no queda nada. No sirve nada con un aporte calórico superior al de la vergüenza. Supongo que eso es mejor que escupir en el retrete todos los múltiplos de siete convertidos en años de mala suerte. La delgadez vomitada en cristales. Mirarte en el espejo y preguntarte cómo coño vas a sobrevivir esta vez a la hoja verde. No darte cuenta de que lo realmente importante es ser capaz de ver en él reflejada tu alma.
Deberías saber que me siento pequeña. Pequeña, sí. Y cobarde. Cobarde creo que también porque empiezo a sudar gotas de impotencia cada vez que intento gesticular un “todo va a salir bien”. Y en realidad sé que todo va a salir bien. Me gustaría pensar que todo va a salir bien. Pero todo se complica cuando te tengo enfrente, te miro por dentro (porque sé que por fuera ya estás harta de que se te claven las miradas de la muchedumbre) y me doy cuenta de que el vacío que queda entre tu corazón y tu pecho es aún más grande que el que soportas unos centímetros más abajo, en tu estómago. Debería darme vergüenza, haberte visto apenas un par de veces en todo el invierno y no ser consciente de todos los kilos de vida que se te ha llevado el frío. Y ahora pesa. Pesa ver dibujada en las líneas de tu mano derecha la vía de escape que han encontrado sus extremidades para ver si así, te adelgazan la vida y merece un poco más la pena. Pesan los gramos de una avería en la percepción que te está consumiendo por fuera y destrozando por dentro.


"Scratch the air when you laugh... squeeze the universe between your fingers, it all fits inside a little boys pocket" Marlango.

sábado, 12 de julio de 2008

Con la Luna en los zapatos

¿Has subido alguna vez a la Luna? Yo sí, me acabo de patear media. O menguante, como quieras decirlo. Me he sentado en el vértice de mi hemisferio lunar y me he dedicado a mirarte de reojo. A ver si así, a miles de millones de años luz, soy capaz de devolverte todas las mitades que han dejado de complementarme. No sé si lo he conseguido, pero te aseguro que por un instante me he sentido incompletamente completa, como si los hilos de los que te he hablado alguna vez empezaran a sentir vértigo y fueran perdiendo consistencia hasta desenredarse por completo. Y justo ahí, entre revoluciones sinódicas y siderales, he dejado que una estrella me metiera mano y lanzara al vacío todas las medias naranjas exprimidas y las mitades gemelas de diferente alma. A estas alturas del planeta, soy perfectamente consciente de que tu cuerpo y el mío nunca han llegado a formar una única figura simétrica.
¿Sabes? Me parece que desde aquí arriba los colores de la Tierra se vuelven de un tono más transparente, me explico; es como si ahora que he atravesado la capa de ozono y que aumenta la escasez de oxígeno, comprendiera que, realmente, las veces que compartíamos aliento, ni siquiera éramos capaces de mantener una única respiración. Y no, no estoy buscando culpables, pero te he visto correr hacia la orilla hasta calarte los pulmones de salitre, y me he dado cuenta de que mientras tú te dedicabas a buscar el mundo, yo encontraba el universo en los posos de tu café. Ahora me toca pedir a mí; sólo y con sal, para la resaca de recuerdos.

"Ya lo sé... nada importa tanto, ya lo sé... fuimos sólo corazones de alquiler." Rebeca Jiménez

jueves, 26 de junio de 2008

Punto pelota

Empate a cero. Ni más ni menos. Llevamos casi dos años de prórroga y soy incapaz de comprender tus tiros a puerta. Aunque sabiendo que siempre llegas con el Sol, supongo que la mejor defensa para el campo del olvido sería la huelga de corazones. Sí, yo también he preferido alquilar uno para estos meses en los que el calor altera los latidos de algunos y obstruye la arteria aorta de otros. A mí es que contigo suele terminar pasándome lo segundo, y quedarme vacía por dentro cuando el mío comienza a asfixiarse en pleno agosto, empieza a pesar demasiado. Empiezo a sudar demasiado... y tú y yo nos seguimos quedando en cuartos. En tus cuartos. Y a mí, que ya me he aprendido todos tus regates de memoria, me siguen goteando las entrañas. Me sigue resultando sencillamente incomprensible el hecho de que tu habilidad de entrega y devolución rápida del balón desequilibre la gran mayoría de mis jugadas.
A mí me gustaría decirte que no te necesito, que la próxima vez que nos veamos yo misma sacaré la tarjeta roja del bolsillo de las despedidas y que meteré en una pelota del tamaño del asteroide B 612 todos los fuera de juego que he ido sumando por acercarme más de lo pensado. Sólo eso. Los recuerdos creo que me los quedaría yo, porque a estas alturas del partido me recuerdan a ti más que tú. A mí me encantaría que fuéramos capaces de un último tiro penal. Sin barrera, sin distancias; y con la máxima seguridad de atravesar completamente la línea de meta. Y una vez ahí, entre los postes laterales de tu izquierda y de la mía, enredaría los latidos para no tener que volverlos a coser cada próximo verano. Te ganaría y punto. Punto pelota.

"¿Tienes un cigarro? ¿Qué me das a cambio? Se pide por favor... Yo te doy el mundo a largo plazo y a corto un trago de ron... Y entonces se rió" Luis Ramiro.

martes, 10 de junio de 2008

Camaleónicos


Odio las noches frías y las que sólo calientan hasta media noche. Odio seguir siendo "La Cenicienta" y odio seguir acumulando excusadas calabazas. Odio que me despiertes, sobre todo cuando no estás... Aunque ahora que sé que los sueños forman parte de la realidad, lo fácil sería el insomnio. El otro día me dijeron que los sueños ni son sólo ni todo lo que parecen. Y yo me lo creí... ese es el problema, que siempre termino creyéndote a ti también. Deben de ser las consecuencias de todas las gilipolleces que me enseñaban en el colegio, como lo absurdo de racionalizar el sinsentido, "la materia ni se crea ni se destruye, simplemente se transforma" (...) A mí me parece que tú y yo somos un poco camaleónicos, y eso, más que transformar, nos trastorna. A estas alturas de locura me sobran todos los sentidos; contigo hace tiempo que he perdido la cabeza...
Me agotas. Se me están enfriando las manos de escribir a tu soberbia. Sí, tu soberbia. Contigo he pecado multiplicado por siete y sigo temblando de frío. Deberíamos pensar en inventar otra manzana prohibida. Y morderla con piel tú primero, que yo ya estoy hasta las pelotas de jugarme por ti la mía. Y ya que tenemos algo de camaleónicos, deberíamos cambiar el rojo pasión por el verde misterio, porque si a la lujuria le sirve eso de que todo lo escrito deja de estar vivo, lo nuestro tendrá que ser de un color indescifrable.
Me parece que te estoy empezando a odiar a ti también... Y qué más da, si es teniéndote a menos de un metro como se me templan los pulmones. Y si no respiro duele mucho más.

"Normal es que cuando me miras la vida me da seis vueltas de campana... lo fácil sería desquererse, pero ¿quién rebobina este cuento? Difícil mirarte a la cara mientras doy pedales contra tu recuerdo..." Marwan.

miércoles, 21 de mayo de 2008

Out of time

Bonito a los ojos. Mmm... sí. Definitivamente me alegras la vista. Ni te conozco ni quiero conocerte. Y te aseguro que ya has hecho por mí más de lo que han hecho personas a las que conozco más de lo que debería... No sé cómo te llamas ni si eres de aquí o de allá; estos últimos meses lo único imprescindible ha sido verte aparecer (casi) de sorpresa. Te lo escribo entre paréntesis porque ya que lo único que entendemos el uno del otro son nuestras miradas, no sería justo ser infiel a la sinceridad. No quiero mentirte, pero a veces nuestras casualidades carecen de principio de casualidad.
No me preguntes por qué, pero hay personas desconocidas que sólo con mirarlas inspiran confianza. Te he prometido jugar limpio y te aseguro que las distancias son una puta mierda, sobre todo cuando sumas kilómetros entre tú y los que, con el tiempo, han aprendido a entenderte. Hay días, demasiados, en los que no me levanto ni con el pie derecho ni con el izquierdo. Simplemente me levanto y, con el alma entre los dedos, busco uno de esos desconocidos que me la pueda ir cosiendo. Aunque sea a petachos. A ti no te busco porque de momento prefiero que sigas siendo un poco invisible a los ojos. ¿Me sigues, no? Y a los otros, a los "sobreconocidos", que son los que se quedan pegados a la retina día sí y día que parece que no pero que termina siendo que también, que les den a gusto de consumidor. Que yo, como a estas alturas de la vida me queda mucho por aprender, me voy a dedicar a parpadear para ir quitándome los pegotes, que si soy capaz de hacerlo con el telescopic en las pestañas, no puede ser tan complicado.
Me dueles. Me dueles tú y me duelen las excusas. A veces me olvido de que lo mágico de la magia es que el truco también es invisible a los ojos. Y entonces te echo de menos. No lo entiendo, ¿cómo se puede echar de menos algo que nunca se ha tenido de más? Sigues haciendo magia... Bendita locura. Un día de éstos hago magia yo también y me dedico a ver un poco más allá.

"20,000 seconds since you left and I'm still counting... and 20,000 reasons to get up, get something done, but I'm still waiting..." K's Choice.

martes, 13 de mayo de 2008

Principita

"Que yo, si quieres, te limpio el planeta de baobabs... no dejaré que nadie te haga daño..." Ana Vázquez.

Creo que me has domesticado. Te digo que lo creo porque me da miedo pensar si con todo el tiempo que gasto en ti salgo perdiendo o ganando, o si lo único a lo que aspiro contigo es a la indiferencia.
Supongo que sabrás que si uno se deja domesticar, corre el riesgo de llorar un poco. O un mucho. Ya sabes que a mí no tardan en aguárseme los ojos... Que prefiero salir a la calle con las razones medio en pelotas, pero empaparme yo sola las ideas. Mojarme por fuera y por dentro. Y cerrar los ojos; para verte, claro. Dejar que se me humedezcan las mejillas con tus gotas agridulces (porque a estas alturas son más tuyas que mías), hasta calarme las entrañas al recordarte por cualquier tontería. Como lo absurdo de taparnos con tu toalla de playa en medio del paseo y hacer que no nos veía nadie.
No debí haberte recordado en un momento dado y morirme de pena la mitad. Si ya lo sé. Lo jodido es que últimamente se me hace demasiado impredecible. Ni siquiera avisa una inyección de vacío en el pecho de que voy a desbordarme en cualquier momento. Me lleno el vacío de nada...
Tiene que ser por los lazos. Crear lazos transparentes entre tú y yo y esperar a que tires de alguno de ellos, es tensarme las ganas. Tenerlas justo ahí, pero ser incapaz de cogerlas. Es necesitarte, me di cuenta el otro día mientras me decían que lo esencial es invisible a los ojos. Supongo que fiarse de las apariencias es conformarse con ver las cosas a medias. Bellas pero vacías. Y yo, que sigo en el empeño de mirarte con las pupilas del corazón, quiero verlo todo. Y que tú también lo veas todo. Y nada más.

"Lo inevitable ha de suceder, aunque no se pueda entender... lo inevitable es haberte conocido, es querer verte... es vértigo estar contigo..." Lucía Jiménez.

miércoles, 30 de abril de 2008

Dosificarte


Voy a comprarme una patata de segunda mano, de esas que se llevan ahora en el lateral izquierdo para ser calentadas y precalentadas; una y otra vez, pero a pedazos. Como contigo, que siempre tengo que andar dosificándote. Voy a meter mano a las palabras para ver si así, alterando un poco sus sentidos, dejan de limitarse a un único verbo. Porque me ahogo. Tengo un nudo de razones por las que quererte al comienzo del esternón que aprieta fuerte si te tengo a menos de un metro. Aprietas... y diluir el oxígeno en efervescente es la única manera de no atragantarse con las palabras que dejas en el aire.
No es fácil, a veces, intentar estabilizar lo inestable. Pero tampoco lo es desestabilizar el vicio de acordarme de ti una y mil veces cada día, y desestabilizarme yo misma al darme cuenta de que todo tiene que ver contigo y nada es imprescindible cuando te veo por un rato. Mi único pulmón menguando por momentos. Y yo, muriéndome de frío... helándome el alma al ver arder los barrotes que difícilmente frenan ahora mis impulsos cardíacos. Directamente a los tuyos, aunque tú sigas sin ser lo suficientemente consciente de ello... A veces me pregunto hasta qué punto merece la pena atravesarte. Atravesarte con la mirada para que no te des cuenta de que lo estoy haciendo con el corazón. Y partirte en dos. Guardarme una mitad para esos días en los que prefieres no dejar huella, que suelen coincidir con los días en los que más falta me haces. Es inevitable. Supongo que ver más allá de lo que se tiene a escasos centímetros implica que todo lo demás carezca de importancia. Dosifico... la respiración aguanta cuando te echo de menos, lo complicado es cuando te echo de más, y de más, y de más...

“No debí sobrevivir cada pausa de noticias, ¿qué esperabas tú de mí? Adorando las reliquias sin sentido, los recuerdos nunca son si no son compartidos... No debí disimular una vez que descubrí que no me quería marchar, que quería estar ahí...” Tiza.

sábado, 12 de abril de 2008

Sinsentido


No, gracias. Me quedo. Prefiero quedarme ahora que ya entiendo el sinsentido de tu lógica. Prefiero que me engañes. No me importa, de verdad. A estas alturas puedo hacer que no me importe. Que haga daño pero que no duela. Porque me lo haces, lo sabes ¿no? Sí, claro que lo sabes. Lo que pasa es que tú también tienes la manía de hacer que no te importa. Supongo que es una cuestión de principios, que acostumbrarse a cometer un allanamiento de morada en tu cabeza un impar de veces al mes es acostumbrarse a ti. El resto del tiempo la función es siempre la misma. No hay cambios de escena; tú, tú, tú. Ni de atrezo. Yo sigo vestida de títere, como siempre. Como alguien que enreda su vida en los hilos de cualquier otra. Cualquiera menos la tuya. Como dejando que sean tus hilos los que manejen los veintiún gramos que quedan de mi cordura. Ahora pesa más el alma de otras cosas... Y no me importa. Prefiero pensar con el corazón y sentir con la cabeza. Y quedarme con el sinsentido de tus maneras. Que se te despeinen los nervios en el último momento y pretendas contarme la verdad con tu mentira más sincera. No me importa, de verdad. Últimamente me engañan hasta las pestañas. Pesan más que nunca porque he firmado un pacto con ellas para no echarte de menos. Pero me parece que no puedo dejarlo. Me parece que no quiero dejarlo. ¿Cuánto cuesta un te quiero? Te lo compro.

"Cada vez que respiro se te hincha un pulmón... que importa perder o ganar, o reír o llorar si al final me paso el invierno esperando a que pases a verme y no sé bien si besar o matar, o quemarnos vivos en el sofá..." Luis Ramiro.

miércoles, 26 de marzo de 2008

En pelotas


Me desarmas. Es enfermizo volver a quedarme en pelotas contigo. Desnudar poquito a poco mis ideas hasta dejarte mi corazón en pelotas. Sin ropa, sin aire... tú y yo; y todas las contrariedades que dejas colarse por debajo de las sábanas. Y que yo me haga amiga de ellas por una noche. Que prefiera dormir en un mundo paralelo a éste para no tener que dar explicaciones a mi conciencia cuando despierte, pero que despierte contigo. Y que te huela, y que respires... y que te respire; que compartamos oxígeno cuando definitivamente nos hayamos quedado sin aliento. Entonces dejaré que tus oídos sean testigos de mis suspiros, de que te quiero y punto. De que me encanta consumirte con la mirada hasta agotarte, y emborronarte con las pupilas del corazón, como haces tú conmigo cada vez que me engaño y pienso que, por fin, empiezas a ser consciente de lo que nos está pasando. Y si te digo la verdad, no entiendo muy bien qué hago escribiéndote en plurales cuando sé de sobra que tu plural y el mío no son compatibles. A mí me gustaría pensar que por lo menos son acomodables, y que si tú quieres, nos cogemos de la mano y perdemos a todos de vista. Y nos quedamos aquí, en paralelo, o en diagonal, que yo con tal de estar contigo de verdad que me da igual.


"Terminas por acostumbrarte y yo no me acostumbro a esto... es tan irónico pensar que todo acaba en el momento en el que pisas tierra firme, en el que pisan tus sueños... si esto es la realidad que haya un mundo paralelo..." Tiza

sábado, 8 de marzo de 2008

Conmigo

Espera, no te vayas todavía. Siéntate aquí, conmigo... eso es, pégate un poco más, para que pueda fundir tu mano con la mía y retenerte de por vida. Has cruzado esa puerta cientos de veces, miles de veces, y todavía pareces seguir esperando algo; algo que quizá sea mucho más evidente que lo que pretenden sopesar tus ojos cuando están abiertos. Quédate un poquito más, un segundo más... mientras concentro todas mis fuerzas en intentar comprender cada movimiento de tu mente. Aunque puede que no sea tan buena idea... creo que me estoy precipitando, creo que estoy empezando a predecir algunos de tus pensamientos... Mírame, ya empiezo a temblar otra vez, pero no de la manera que tiemblo cuando te veo aparecer casi de sorpresa después de mucho, mucho tiempo sin vernos. Bueno, no sé qué pronósticos tendrán tus relojes del tiempo, pero los míos se desesperan cada veinticuatro horas que marcan de más... y de menos, de menos cuando sus segunderos también tiemblan al ver tachar otro día impar en el calendario. Pensarás que soy idiota, una insensata que pierde el tiempo a la espera del día treinta y dos de algún mes de duración ilimitada en el que no digamos nada y nos lo estemos contando todo.
Ya está... ahora ya puedo sentirte, ahora vuelvo a respirar el efluvio de tu perfume... pequeñas partículas que se filtran por mis poros y noto cómo me envuelven; como cuando me regalas uno de esos abrazos que me cortan la respiración que sólo tú sabes reanimar momentos después. Espera, creo que voy a guardar mi lateral izquierdo en el bolsillo... Pesa demasiado, supongo que después de perder la cuenta de todos los golpes que ha recibido, es normal que se haya desequilibrado su balanza y pesen cada vez más las irreparables reacciones viscerales de mi cabeza. Supongo que empiezas a pesar demasiado. No, no hables... será mejor no escuchar tu voz para evitar que mis arterias se contraigan y aceleren mi ritmo cardíaco, será mejor evitar una subida de mis niveles de necesidad adictiva para no someterle a un mayor esfuerzo. Shhh... calla, empiezan a temblarme hasta las palabras...

"Tiemblan como si fuera la primera vez, como si fueras a largarte después... y no quisieras... no te compliques cuando aterrices, es un terreno embarrado" Quique González.

viernes, 22 de febrero de 2008

Tu habitación

Escribo, una vez más, y otra vez más una no sé muy bien qué quiero contarte. Sé que he tardado, pero ya te expliqué que un exceso de timidez no es el culpable de que todavía no se desnuden algunos de mis vicios inconfesables. Me han dicho que para escribir, uno necesita recoger todo lo que es, en silencio, pero yo... yo no estoy segura de conocerme del todo. Ni siquiera me convence la idea de prestar atención al silencio por si decide levantar la voz y desvelarme alguno de los ingredientes de mi receta particular. Pensarás que soy aún más excéntrica de lo que parecía en un principio, pero sencillamente me dedico a esperar el momento en que me quede sin reservas para sentarme delante de otro folio en blanco que me ayude a econtrarme con las palabras que confiesen todo lo que soy en este mismo instante. Y tú... tú eres increíble. Después de una noche como la del otro día has dejado patas arriba todas las relaciones sintácticas con las que poder escribirte. ¿Cómo lo haces? Conseguiste que la que fuera tu habitación por una noche resultara tan especial, que me hiciera desconectar de todas las tonterías que aguardaban una solución en la lista de espera de mi ya colapsada cordura. Tan especial, que me dejara la piel intentando frenar las agujas del reloj mientras mis ojos se peleaban con el peso de las pestañas a las que había prohibido parpadear para no perderte de vista ni un solo segundo; ni a ti ni al otro par de miradas cómplices por esa noche que me impedían entender que fueras tú quien echara 365 días a sus espaldas, y yo quien se quedara en un estado de "pause" mientras descubría las sorpresas que escondías tras el telón. No me preguntes porqué no lloré en ese momento en el que mis retinas se sentían más frágiles que de costumbre. Supongo que estaba tan ocupada viendo cómo la niña con la camiseta de rayas dejaba de hacerse la sueca para sacarse las manos de los bolsillos al ritmo de las cuerdas de un përfëcto violín, que era incapaz de emborronar la sonrisa inagotable que me habían dibujado tus primeros acordes. Bueno... los tuyos y los que habían manejado antes otras dos manos increíbles de las que estaré eternamente agradecida por haber conocido. Tampoco me preguntes quién eligió que cambiase mi billete circular por ellos días antes, simplemente me di cuenta de que la banda sonora de aquella tarde tenía que ser la suya. Y ahora, a cientos de kilómetros de distancia, sólo me queda cambiar la tecla del "pause" por un "play" con contrato indefinido.

"Sólo espero que consigas darte cuenta y aunque sea difícil, al final, comprendas que, aunque ponga voluntad, no habrá nada en el mundo que me haga olvidar que no estás cerca, que me enseñe a vivir sin repetirme cuánto te echo de menos" Vega.

Canción nº 18...
http://www.buhoreal.tv/?c=5456

lunes, 28 de enero de 2008

Codependiente

Lo intento, te juro que lo intento... hasta me he decidido a cambiar de pluma por si era ella la culpable de no dejarme pasar página. Continua ingenuidad que siempre termina posando mis pies sobre la tierra y recordándome que todavía resulta imposible dejar a un lado mi desmesurada dependencia. Dependiente de todo lo que tenga que ver contigo y pendiente de una aguja que me inyecte otra dosis que no seas tú... otro tipo de dopamina que se cuele por mis venas y estimule la parte de mi pecho a la que no le das tregua y se altera, se altera de escuchar siempre el mismo latido impar exento de ser respondido. Alteraciones orientadas a satisfacer la dependencia de necesitarte sin satisfacerla... Comienza mi síndrome de abstinencia en otro estado de vigilia, estado de mirada perdida en el vacío que no deja de resbalar por las paredes de mi habitación hasta llenarse de lo poco que me queda para adormecer el mono. Ya llegas tarde otra vez, y otra vez vuelvo a quedarme vacía de versos que meter en la maleta y viajar lejos de la adicción de seguir convirtiendo tu locura en cordura. Adicta a todos los vasos que me llenas de quizás... y a los que vacías de beberte los resquicios de esperanza. Adicta hasta de lo cara que está la vida como para comprar los gramos suficientes para calmar mi adicción. Quédate aquí conmigo, lo más lejos a mi lado, para no darme cuenta de que, después de todo, las promesas no son más que un tercio de la realidad. Y no me importa, a estas alturas he optado por acostumbrarme y no me importa por cuánto te vendas. Sólo necesito otra dosis... soy adicta a ti.

"Qué tiene tu veneno que me quita la vida sólo con un beso, y me lleva a la luna, y me ofrece la droga que todo lo cura... dependencia bendita, invisible cadena que me ata a la vida..." Fito.

sábado, 12 de enero de 2008

Tú me bailas el agua a mí... y yo te la bailo a ti

- ¿Dónde está María?
- Seguirá en la azotea. Yo nunca estuve a su altura.


¿Loca? Después de rozar la locura con la punta de los dedos me he dado cuenta de que sigo estando lo suficientemente cuerda como para perder la cabeza por alguien. Bueno... quizás, a veces, si le miro a los ojos, me deje llevar hasta el fin del mundo, donde nadie más tenga que decidir por nosotros... Pero sólo a veces. No, no sigas por ahí que tú ya me conoces y sabes de sobra que nunca me ha gustado depender de nadie. Lo sé, a veces soy incomprensible. Soy como uno de esos sudokus que vienen con el cartel de "novato" impreso y que te desesperan hasta ver la solución al día siguiente... o incluso al mes siguiente. Hay días que pienso que tiene que ser un defecto de fábrica no venir con un manual de instrucciones bajo el brazo. Que no, que no es miedo. Mi calendario no entiende de esos días en los que la pequeña Holly lo ve todo de color rojo. Días en los que se tiene miedo y no se sabe por qué... No, no creas que mi Tiffany's particular va a conseguir desteñirme un sólo día. Y no me mires así... entiende que después de todas las veces que he tenido que armarte y desarmarte, se me encoja el ombligo y prefiera cubrirme de armaduras para evitar otra ola de frío. Porque mi temperatura al verle pasar de largo se resume a eso, a grados bajo cero que me hacen perder el norte a pesar de tener el resto del mapa bajo mis pies. Ya lo ves, me vuelvo dual y ni siquiera sé qué estoy esperando. Sería capaz de patearme medio Ártico en un intento de helar mis ideas y dejar de pensar... dejar de pensar... Y tú... tú no sé cómo no te has congelado todavía. Vamos, te invito a un café de esos que hasta te saben bailar el agua. Caliente claro. Sin azúcar... sin aliento.

"Prefiero un beso de muerte o una mirada en la vena a un estado de cuerpo presente y carita de pena (...) las medias naranjas tienen su historia, pero no se exprimen solas" Carlos Chaouen.