jueves, 27 de diciembre de 2007

Hoy... te quiero a ti

No, no esperes que hoy te escriba otra lista de todo lo que tenemos pendiente... Hoy no. No esperes que me dedique a malgastar la yema de mis dedos en palabras que difuminas hasta resumir en tan poco... Tampoco esperes que hoy, precisamente hoy, te cuente cómo he convencido a mis cuerdas vocales de que entren en parada por una noche; porque sé que si las dejo echar el pulso a su aire, van a terminar destapando una vibración que ya ha sonado bastante. Y estoy harta. Esta Navidad no te espero debajo del árbol... quiero que sea otro mi regalo. Ya sé que el paquete me vino con lazo hace meses, y que en estos días en los que otro número par nos pisa los talones el mundo se disfraza de generosidad, pero yo, que siempre nado a contracorriente, me siento inconformista. Te quiero a ti, a ti, a ti... y a ti también, aunque lo único que conozca de ti sea tu nombre. Asciende mi ego y creo sentirme capaz de cumplir mi deseo. Mantengo intáctos los pliegues de mi garganta; por si es verdad aquello de que no hay distancia si me fundo en tu silencio... o te fundes tú en el mío. Y aquí me tienes, gritándole al silencio de punta a punta, de norte a sur, desencajándome el brazo en un intento de rozar los rincones en los que te escondes, de rozar el papel en el que te envuelves... Una mano en el bolsillo y la otra rozando el cielo, que con los pies en la tierra es difícil volar cometas. Así que voy a ver si me invento un camino en el que poder soñar despierta. Voy a cerrar bien mis ojos, fuerte, muy fuerte, para ver todo lo que me ciegan los cientos de kilómetros que estorban entre tú y yo. Vístete de magia e ingenuidad. Hoy te quiero a ti. Tú eres mi regalo; y tú, y tú, y tú... Y quiero que aparezcas ya.

"Eres un peligro púbico, un hecho empírico a la vez que un cuerpo mágico, una fuente de calor en pleno Ártico... acordarse de ti es sintomático." Luis Ramiro.

miércoles, 12 de diciembre de 2007

Disfraz de noche

Me rindo, soy incapaz de dar sentido a todos y cada uno de los mensajes que me mandas en código rojo poniendo en peligro de extinción la promesa que siempre me hago contigo. Me rindo, esperando el momento en el que la luna sea la única luz que ilumine para que te cueles bajo mi edredón mientras yo intento debatir con la almohada el significado de lo insignificante, porque lo tuyo es un continuo enigma que no da tregua a mis noches, y me rindo, malgastando mi sueño en dar una explicación coherente a las señales que me manda el que ahora parece el par de ojos más sincero que han visto los míos. Rendida por todas las veces que intento descifrarte y me equivoco, otra vez, y otra vez vuelvo a repetirme lo ingenua que he sido al creer que ésta sería la definitiva. Inconformista cuando busco entre todas las palabras con las que intento componerte la equidad de sólo cruzarme contigo en las horas con las que se despide el día, los minutos en los que las agujas del reloj aumentan en velocidad mientras yo trato de agarrarme a tu mano pensando que, quizá, si me pego un poco más a ti, consiga acortar las distancias y retenerte de por vida. Y es inútil, despierto y mientras palpo el lateral que dejo siempre vacío me doy cuenta de que vuelves a convertirte en inalcanzable.
Descoordinada de todas las direcciones en las que se mueven las señales que salen de tu parte más sincera antes de llegar a bloquearse provocando un cortocircuito en tu cabeza. Ni siquiera estoy segura de necesitar todo este desequilibrio que provocan tus indecisiones... Qué ironía seguir sintiendo desde el otro lado de la línea mientras cuento las veces que me das y que me quitas, las veces por las que podría no encontrar ninguna razón por la que seguir esperando a que vengas, te disfraces una noche más y desaparezcas...

"Por qué no dejas de colarte entre mis sueños... por qué no dejo de pensar en ti... si te vas déjame cerrar la puerta que no quiero que entre nadie..." Rebeca Jiménez.