martes, 23 de diciembre de 2008

Hace tanto frío en este invento...

Yo no quería verte. Me dijeron que estabas tan guapo, tan elegante, que parecía que sólo estabas descansando los ojos por un rato. Te vistieron con el pañuelo y la txapela de siempre. Perfectamente inclinada, como solías colocártela en cuanto hacía un poco de frío. Frío. Aquí ahora estamos todos helados. Amama ni siquiera ha sido capaz de ir a despedirte, pero no te preocupes; el chiquitín, que nunca ha sido tan pequeño, está durmiendo con ella todas las noches. ¿Te acuerdas de cuando los dos éramos pequeños y nos llevabas al colegio? Yo siempre preparando alguna maldad. Menuda pieza. Y él, que era el mayor, cargando con todas las culpas. Pero yo sé que a ti te encantaba reírte de todas mis travesuras. Como cuando tuviste que ir a recogerme al hospital, porque me había ganado doce puntos en la barbilla escalando una portería de fútbol. Supongo que son cosas que teníamos en común. ¿O qué me dices de la vajilla que estropeaste por querer sacarle brillo a la plata envejecida? Lo recuerdo como si fuese ayer: Marian, Marian! Ven a ver qué limpios te he dejado estos cacharros... O de lo mucho que te gustaba correr detrás de nosotros con la dentadura a medio poner. Eras único.
La chica de los sobresalientes me escribió ayer para decirme que allá donde estés estarás bien y cuidarás de nosotros. Y que aunque físicamente ya no podamos verte ni darte un abrazo, estarás en todos y cada uno de nuestros recuerdos. Y en los de tanta gente... porque lo de ayer fue tremendo. La gente tuvo que permanecer de pie en la entrada de lo saturado que estaba todo. Rafa, que aunque ya no tenga que cuidarte quiere seguir manteniendo el contacto con nosotros, dice que parecía la misa de una alta autoridad. Yo de lo que no tengo ganas es de que la gente me diga que lo siente cuando en realidad no tiene ni idea. Ni que vengan a decirme lo guapa que estoy cuando lo único que me apetece es que me prepares tu arroz con leche y que nos llamen la atención por abrir todos los turrones antes de tiempo. Este año no escribiré la carta a los Reyes, me parece que no son tan magos como para devolverme el regalo que se han llevado desde allí arriba. Te voy a echar de menos. Te voy a echar mucho de menos.

"Cada segundo en un cajón, cada momento en un suspiro, todas las sábanas con su olor y la sensación de haber perdido las orquillas en el tocador, todas las risas en su bolsillo..." Tiza.

miércoles, 10 de diciembre de 2008

Sonrisas


A veces me gusta que me dejes sola. Que me sueltes en una ciudad que no conozco para que pueda dedicarme a contar sonrisas. La chica tímida me propuso una vez un juego. Cuenta la gente que te cruces y que sonría. Uno, cuatro, diez. A ver si las igualas. Menuda estupidez. A mí no me gusta sonreír si no me apetece. Pero tiene su encanto, si te pierdes por calles estrechas vacías de tanta gente. Donde ni siquiera llama la atención que te estés arrastrando en pelotas. Si clavas los ojos en algún desconocido, y te llenas de historias. Te llenas de vidas. Que si cierro los míos y no te veo, me mareo.
Yo ya le digo que n
adie va a fijarse en su sonrisa, si esconde la magia en las distancias cortas.

"And I'm wondering if this a crime, when you passed behind you touch my hits on the better sides... Oh, is this a crime, when I pass your side with a little smile..." Najwajean.