lunes, 28 de enero de 2008

Codependiente

Lo intento, te juro que lo intento... hasta me he decidido a cambiar de pluma por si era ella la culpable de no dejarme pasar página. Continua ingenuidad que siempre termina posando mis pies sobre la tierra y recordándome que todavía resulta imposible dejar a un lado mi desmesurada dependencia. Dependiente de todo lo que tenga que ver contigo y pendiente de una aguja que me inyecte otra dosis que no seas tú... otro tipo de dopamina que se cuele por mis venas y estimule la parte de mi pecho a la que no le das tregua y se altera, se altera de escuchar siempre el mismo latido impar exento de ser respondido. Alteraciones orientadas a satisfacer la dependencia de necesitarte sin satisfacerla... Comienza mi síndrome de abstinencia en otro estado de vigilia, estado de mirada perdida en el vacío que no deja de resbalar por las paredes de mi habitación hasta llenarse de lo poco que me queda para adormecer el mono. Ya llegas tarde otra vez, y otra vez vuelvo a quedarme vacía de versos que meter en la maleta y viajar lejos de la adicción de seguir convirtiendo tu locura en cordura. Adicta a todos los vasos que me llenas de quizás... y a los que vacías de beberte los resquicios de esperanza. Adicta hasta de lo cara que está la vida como para comprar los gramos suficientes para calmar mi adicción. Quédate aquí conmigo, lo más lejos a mi lado, para no darme cuenta de que, después de todo, las promesas no son más que un tercio de la realidad. Y no me importa, a estas alturas he optado por acostumbrarme y no me importa por cuánto te vendas. Sólo necesito otra dosis... soy adicta a ti.

"Qué tiene tu veneno que me quita la vida sólo con un beso, y me lleva a la luna, y me ofrece la droga que todo lo cura... dependencia bendita, invisible cadena que me ata a la vida..." Fito.

sábado, 12 de enero de 2008

Tú me bailas el agua a mí... y yo te la bailo a ti

- ¿Dónde está María?
- Seguirá en la azotea. Yo nunca estuve a su altura.


¿Loca? Después de rozar la locura con la punta de los dedos me he dado cuenta de que sigo estando lo suficientemente cuerda como para perder la cabeza por alguien. Bueno... quizás, a veces, si le miro a los ojos, me deje llevar hasta el fin del mundo, donde nadie más tenga que decidir por nosotros... Pero sólo a veces. No, no sigas por ahí que tú ya me conoces y sabes de sobra que nunca me ha gustado depender de nadie. Lo sé, a veces soy incomprensible. Soy como uno de esos sudokus que vienen con el cartel de "novato" impreso y que te desesperan hasta ver la solución al día siguiente... o incluso al mes siguiente. Hay días que pienso que tiene que ser un defecto de fábrica no venir con un manual de instrucciones bajo el brazo. Que no, que no es miedo. Mi calendario no entiende de esos días en los que la pequeña Holly lo ve todo de color rojo. Días en los que se tiene miedo y no se sabe por qué... No, no creas que mi Tiffany's particular va a conseguir desteñirme un sólo día. Y no me mires así... entiende que después de todas las veces que he tenido que armarte y desarmarte, se me encoja el ombligo y prefiera cubrirme de armaduras para evitar otra ola de frío. Porque mi temperatura al verle pasar de largo se resume a eso, a grados bajo cero que me hacen perder el norte a pesar de tener el resto del mapa bajo mis pies. Ya lo ves, me vuelvo dual y ni siquiera sé qué estoy esperando. Sería capaz de patearme medio Ártico en un intento de helar mis ideas y dejar de pensar... dejar de pensar... Y tú... tú no sé cómo no te has congelado todavía. Vamos, te invito a un café de esos que hasta te saben bailar el agua. Caliente claro. Sin azúcar... sin aliento.

"Prefiero un beso de muerte o una mirada en la vena a un estado de cuerpo presente y carita de pena (...) las medias naranjas tienen su historia, pero no se exprimen solas" Carlos Chaouen.