sábado, 18 de octubre de 2008

Todo se transforma


Simplemente es así. Así de imprevisible e inoportuno. Te das cuenta en el momento en que te acostumbras. A desquererte. A redimirte. A reventarlo todo como en aquella canción de Silvia Penide. Te acostumbras a ordenar todas las putadas en una cajita por si intentan pegártela otra vez.
El silencio a todo volumen. Te acostumbras a gritarlo todo demasiado bajito, en un lenguaje que su músculo izquierdo ha dejado de entender. O que quizás nunca haya comprendido del todo. Tampoco importa eso ahora. Tú te dejas. Enrojeces poco a poco. Y cuando por fin has tocado fondo, vuelve a colarse de puntillas. A ver si suena la flauta o cualquier estribillo ñoño que no necesite cordura. Y tú estás harta de perder el culo por nadie. O por alguien. O por alguna estupidez que no parezca común al resto. Empiezas a sentir el frío de quedarse en pelotas por diecinueve cosas bonitas y quinientas excusas baratas y reciclables. También a eso te acostumbras. A prescindir de todo, incluso de ti misma. Porque cuando tienes cosida una parte de tu vida, cualquier hilo inestable te transforma. Simplemente es así. Las chinchetas se transforman. Y te acostumbras. Te acostumbras tanto, hasta tal punto, que pelarte la cabeza es sentirte más bonita que nunca.

"Besarte sería genial si tuviéramos un buen plan... Un amalgama de palabras, de esas que te emocionan al hablar..." Lantana.

jueves, 2 de octubre de 2008

Alguien Como Tú

Hoy necesito un amigo. Con las cinco letras y los cinco sentidos. Uno que me mime y me diga cosas bonitas. Que me dé un beso en la mejilla y me susurre bajito que ésta también es mi casa, que yo lo he elegido así y que no es un simple capricho. Un simple capricho no te cuesta cuatro ceros y una deuda infinita con tus padres.
Necesito alguien que me sature la línea hoy y que no dé señales de vida mañana para que pueda echarle de menos. Necesito echar de menos. Y saber que está ahí. Que me ha encontrado para cuidarme y que, si hace falta, se descuida por mí. Necesito alguien que me mande un mensaje al móvil cuando he tenido un día de mierda porque no le quedan más pelotas que tragarse los abrazos. Alguien que me haga reír. Que me cuente estupibilidades y su vida en sesenta y cinco minutos. Alguien a quien sea imposible querer en sesenta y cinco palabras...
Necesito alguien que me explique el mundo, el continente y el contenido. Que cambie mi destino con una película francesa. Que crea en las casualidades y me asegure que esto era prácticamente predecible. Que cuando digo que tú y yo teníamos que conocernos, lo digo de verdad.
Hoy necesito alguien que no quiera llevarme de fiesta otro jueves por la noche. Y me emborrache a Nesteas. Alguien que se preocupe más por mi flequillo que por sus rizos rebeldes. Que huela a canela. Que me dé doble ración de buenas noches y me traiga el desayuno a las once. Necesito alguien desorientado que me haga perder el norte. Que me lleve de noche por la ciudad naranja y no sepa cómo volver. Que me haga llorar desde la ventanilla del autobús porque nunca algo tan pequeño ha sido tan grande. Un veintitrés de buena suerte. Mi buena suerte. Felicidades duendecillo.



"Alguien que cuide de mí... que quiera matarme y se mate por mí..." Christina Rosenvinge.