No, no esperes que hoy te escriba otra lista de todo lo que tenemos pendiente... Hoy no. No esperes que me dedique a malgastar la yema de mis dedos en palabras que difuminas hasta resumir en tan poco... Tampoco esperes que hoy, precisamente hoy, te cuente cómo he convencido a mis cuerdas vocales de que entren en parada por una noche; porque sé que si las dejo echar el pulso a su aire, van a terminar destapando una vibración que ya ha sonado bastante. Y estoy harta. Esta Navidad no te espero debajo del árbol... quiero que sea otro mi regalo. Ya sé que el paquete me vino con lazo hace meses, y que en estos días en los que otro número par nos pisa los talones el mundo se disfraza de generosidad, pero yo, que siempre nado a contracorriente, me siento inconformista. Te quiero a ti, a ti, a ti... y a ti también, aunque lo único que conozca de ti sea tu nombre. Asciende mi ego y creo sentirme capaz de cumplir mi deseo. Mantengo intáctos los pliegues de mi garganta; por si es verdad aquello de que no hay distancia si me fundo en tu silencio... o te fundes tú en el mío. Y aquí me tienes, gritándole al silencio de punta a punta, de norte a sur, desencajándome el brazo en un intento de rozar los rincones en los que te escondes, de rozar el papel en el que te envuelves... Una mano en el bolsillo y la otra rozando el cielo, que con los pies en la tierra es difícil volar cometas. Así que voy a ver si me invento un camino en el que poder soñar despierta. Voy a cerrar bien mis ojos, fuerte, muy fuerte, para ver todo lo que me ciegan los cientos de kilómetros que estorban entre tú y yo. Vístete de magia e ingenuidad. Hoy te quiero a ti. Tú eres mi regalo; y tú, y tú, y tú... Y quiero que aparezcas ya.
"Eres un peligro púbico, un hecho empírico a la vez que un cuerpo mágico, una fuente de calor en pleno Ártico... acordarse de ti es sintomático." Luis Ramiro.